Para el 10º aniversario de la masacre, el periódico El Mundo publicó una entrevista de su director al juez Javier Gómez, presidente que fue del tribunal encargado de juzgar los hechos. El periodista preguntaba al juez su opinión sobre si la condena a Jamal Zougam puede sostenerse teniendo en cuenta que dos de las testigos utilizadas para su condena se encuentran imputadas por falso testimonio. Don Javier, como una parte de su contestación, afirmó:
«Junto a esto tenemos muchas más pruebas. Las tarjetas del locutorio,
su contacto con Abu Dahdah, su integración de la célula de Abu Dahdah. De hecho, aunque no se le acusó en aquél proceso porque creíamos que no teníamos base suficiente, no lo creyó la Fiscalía. No es verdad que sean sólo los reconocimientos, y yo no creo que sean dudosos.»….. «Le digo que Zougam es un radical yihadista. Yo no tengo ninguna duda, pero ninguna, ninguna duda.»
El juez no aclara a qué se refiere cuando dice que como pruebas tienen «las tarjetas del locutorio», y como es bastante habitual que en una tienda que se dedica a vender tarjetas, haya tarjetas, cabe pensar que el juez se refiere al hecho de que culpaban a Zougam de haber vendido tarjetas. pero en el momento en que el juez añade a su razonamiento «su contacto con Abu Dahdah y su integración en la célula de Abu Dahdah», como argumentos para recalcar a continuación sus convicciones personales sobre la condición de yihadista de Zougam, el concepto de imparcialidad del que gusta hacer gala a los jueces, se queda con las vergüenzas al aire.
Si de vender tarjetas se trataba, (y encima reconocer y acreditar que se habían vendido a los malos) y a la par, tener contacto con Abu Dahdah y pertenecer a su «célula», al tribunal -parece que- se le escapó un caso bien claro. Se trata de un sirio (para variar), que vendió tarjetas a los malos , había tenido contacto con Abu Dahdah (vamos, hasta se quedó con su Renault 21), y además la policía que investigaba el 11M sabía que era de la «célula» de Abu Dahdah, y así quedó escrito en el sumario que le pasaron al tribunal.
Veamos por partes la actividad del voluntarioso ciudadano, el sirio Abdul Kahled Al Jondi, justo el sábado siguiente de que trincaran a Zougam acusado de vender tarjetas: ¿manejar tarjetas dice usted? ¿y relacionadas con los atentados?
y no vendidas a um malo cualquiera, sino a uno cualificado, a un suicida de los de verdad, como «El Tunecino»
y ya puestos, por el mismo precio, le dejo a usted el número que va a descubrir dentro de 10 días un comisario de policía con muy buena memoria, que les llevará derechos al piso escondite de Leganés, donde, con un poco de suerte, igual coinciden de casualidad con toda la banda
¿Contacto con Abu Dahdah y pertenencia a la «célula» del muchacho?, marchando:
Por ejemplo, el sumario 35/2001E del también juez estrella don Baltasar Garzón, y su página 568 en la que el insigne juez dice:
a lo mejor es que el hombre tenía alguna excusa, porque la congresista señora Castro Masaveu preguntó y todo…
A lo mejor
Las declaraciones del juez sobre las «pruebas» contra Zougam, ¿son debidas a una irreflexión, a la arrogancia o a la ignorancia?