Las uvas de la vergüenza
Dong, Dong, Dong… Hale!, ya hemos tomado las uvas y acaba de empezar el año 11 D.C. (Después del Crimen). Pero Susana, Miguel Angel, Sonia, Oswaldo Manuel, Beatriz, Juan Pablo y otros 185 siguen sin volver a casa.
Fernando Múgica y sus «Agujeros Negros del 11M» publicados en El Mundo ya son historia. El primer cerebro en dar señales de vida propia tras las primeras noticias del 11M, y dotado de un envidiable razonamiento crítico optó, cuatro años después, por el silencio. Sospecho que buena parte de la culpa la tienen los ronquidos de la sociedad a la que intentaba despertar.
El director del diario El Mundo sucumbió finalmente al ataque simultáneo de los submarinos y las intoxicaciones.
Libertad Digital y el ingeniero Luis del Pino construyeron un baluarte -hoy el único- que aún resiste los manotazos desesperados del Poder por silenciar disidentes.
Aguzo el oído y compruebo que tampoco me llega ni uno solo de aquellos ecos. Ya se han apagado del todo. Ya no escucho aquél mantra de «¡¡ Queremos saber !!».
En una lejana y olvidada vía muerta yacen tanto aquellas máquinas (Fernando, Luis y asociados) así como los vagones de aquellos viajeros emocionales que decidieron subirse al tren que pasaba enarbolando la bandera de Memoria, Dignidad y Justicia. El silencio en la vía es sepulcral.
Durante todos estos años he ido conociendo gentes que manifestaban querer saber la verdad (refiriéndose al caso del 11M). Unos lo gritaban como eslogan en concentraciones emotivas y otros con aseveración de conspiradores de café en tertulias ad-hoc.
Curiosamente, a la par que repetían como un mantra ¡queremos saber! afirmaban tener el convencimiento absoluto sobre lo ocurrido. Unos sabían que era obra de Rubalcaba, otros que era una maniobra de Acebes, otros que realmente era una especie de venganza morisca como castigo ejemplarizante por mandar tropas a montañas lejanas… sin que faltase quien tenía clarísimo que era obra de nuestra franquicia casera del miedo: «la ETA». No les digo más que hasta la fiscal del caso se apuntó a una conspiración basada en la numerología… En aquella época todos decían querer saber, pero el tiempo ha demostrado que nadie quería saber nada. Era, con algunas variantes, la clásica bronca de bocas calientes y cerebros congelados tan habituales en nuestro país. No digo ya que casi ninguno de esos intentase hacerse al menos con el sumario, sino que ni han intentado iniciar un leve razonamiento propio. Ni siquiera los creyentes de la justicia-ficción han mostrado el más mínimo interés.
Dejamos aquí una evidencia más, recogida del propio sumario, de que ni el propio Instructor judicial sintió interés alguno en conocer lo ocurrido. En los miles de folios del sumario aparecen infinidad de datos de tráfico telefónico. El motivo es que los hechos de la verdad judicial están montados sobre deducciones realizadas a partir de datos de telefonía móvil que han utilizado tanto para establecer imaginarias relaciones entre los inculpados como para asegurar que un sospechoso, en un momento dado, estaba en un lugar determinado. Repito: una marea de deducciones, que no de evidencias. Y con esas deducciones no han tenido reparo -entre otras cosas- en condenar a 429 siglos de cárcel a un tipo del que no han acreditado (al menos no lo han dicho) su identidad, ni su domicilio (que según el sumario ni siquiera registraron).
Los quince unos
Tan patente es lo afirmado, que en los propios listados facilitados al Juez Intructor, hay datos que han sido deliberadamente manipulados para ocultarle información, aunque a ello no opuso objeción alguna el dicho Juez Instructor. Y no es algo que pase desapercibido por más abultado que sea el sumario. Observen ustedes mismos:
A lo largo del sumario existen en los listados de tráfico telefónico casi doscientas referencias de quince unos consecutivos reemplazando el número de serie de los terminales utilizados (IMEI) y por ende de su ubicación real en el momento de producirse el tráfico. Y como vamos a ver no se debe a ningún error, sino al ánimo deliberado de ocultar los IMEI reales utilizados en esos momentos. En las referencias que vemos en el gráfico (folio 20395) se trata de uno de los teléfonos asignado por los investigadores a Jamal Ahmidan (665040605) y recoge períodos de tiempo que incluyen el supuesto «viaje» a Asturias incluido el presunto intercambio de terminal con Otman El Ganoui en las últimas horas del día 27, así como llamadas realizadas al teléfono asignado a El Gnaoui (606547560), donde por alguna razón, el número real de los terminales en los que se encontraba el teléfono «de» Jamal Ahmidan ha sido manualmente reemplazado por 15 unos.
Como muchos sabrán, el IMEI lo forma un total de 14 dígitos para definir el número de serie (único) del terminal mas un decimoquinto dígito llamado de control, y que mediante el algoritmo de Luhn sirve para verificar que el número es correcto. En la imagen podemos apreciar que -excepto los IMEI puestos a unos- el dígito de control es el cero. Se trata de una convención para determinados tipos de listados que permite dejar puesto a cero el dígito de control. Es decir: los datos aportados por el operador reemplazan con un cero la posición 15ª del número correspondiente al IMEI del terminal que se registró en la red en ése momento con ése número.
Veamos, como ejemplo, el IMEI que aparece inmediatamente antes que la primera fila de unos. Es el 350627295577580. Si introducimos los primeros 14 dígitos en este calculador online, veremos que el siguiente dígito de control que debemos añadir (el 15º) sería el 5, de manera que si colocamos el IMEI completo con sus 15 dígitos (350627295577585) en el analizador de números IMEI de INP, veremos que corresponde a un teléfono de la marca Sharp modelo GX10 con el número de serie 557758 y el dígito de control 5. Y si reemplazamos el dígito de control 5 por cualquier otro, incluido cero, nos dirá que el número IMEI es incorrecto. De manera que, por convención, puede aceptarse que algunos listados del operador prescindan del dígito de control (reemplazado por cero) ya que lo importante es determinar zona geográfica e identidad del fabricante y el número de serie, que utiliza el operador para saber si debe autorizarlo sin más, controlarlo por orden judicial o denegar el acceso por impago, robo, etc..
¿Y qué ocurre con el IMEI de 15 unos?. Pues el listado asegura que existió tráfico por la información en duración de la llamada, y según hemos podido comprobar, los principales operadores admiten el registro de un IMEI cuyos primeros 14 dígitos sean unos. No protestan pese a que INP advierta que no existe fabricante con un código de unos consecutivos. Por tanto, cabría pensar que quienes utilizaban los teléfonos pudieron cambiar a su conveniencia el IMEI original por 15 unos. Pero si tal cosa fuese así, habrían ocurrido dos cosas: el listado habría reemplazado el dígito decimoquinto por un cero, y la información correspondiente a Celda Tfno Analizado y BTS no aparecería rellena con ceros y nueves respectivamente. Y si en esas filas hubiesen querido dejar el dígito de control del IMEI puesto a unos, no sería «1», sino «9» según comprobamos con el algoritmo de Luhn.
Sin embargo no es de extrañar que un Juez no viese el detalle de los quince unos. El conjunto de las instituciones del Estado fueron incapaces de localizar nada menos que el vagón del tren que explotó en Santa Eugenia.
Pero, la curiosidad de un sólo hombre le condujo a la localización de ese vagón de tren. El autor de este blog, Lesconil, demostró que querer es poder.