Dadas los enormes daños sufridos por este coche, en su reparación se tuvo que retirar una gran cantidad de material no reutilizable, material que por estar junto al foco de la explosión tenía una gran importancia para posibles estudios periciales de esa explosión. Y su importancia era aún mayor por haber sido destruidos todos los demás focos a los pocos días del atentado.
Había varios indicios de que ese material se había conservado en algún lugar:
– En el presupuesto que presentó Remimfer a Renfe para la reparación de este coche, tras describir minuciosamente todos los trabajos necesarios para ponerlo de nuevo en servicio, se añadió la siguiente coletilla:
“incluso recuperación de la zona afectada por atentado en su estado actual”
– En el artículo que Fernando Lázaro publicó en El Mundo el 19 de mayo de 2005 se decía lo siguiente:
El magistrado ha encargado recientemente estos informes a los especialistas en desactivación de la Policía Nacional. Por este motivo, los TEDAX han acudido a las dependencias de Renfe para estudiar los restos de uno de los vagones afectados por los atentados y que la empresa aún conserva.
– Dentro de la instrucción de la querella presentada por la Asociación Ayuda a las Víctimas del 11-M contra el ex responsable de los Tedax, Sánchez Manzano, el entonces Director General de Remimfer, Carlos Simón Fernández, declaró ante la juez Coro Cillán, en relación con la reparación efectuada en el taller de Tafesa:
Que las piezas que se substituían iban a un depósito.
– En la relación dada por Renfe de ingresos por venta de chatarra procedente de los trenes no hay nada procedente del tren de Santa Eugenia
Esos cuatro textos, tan diferentes .por su origen, concuerdan perfectamente, y parecía deducirse de ellos que el material extraído del coche en la reparación se había guardado durante años en algún lugar no conocido públicamente, aunque sí conocido al menos por los policías y guardias civiles que lo visitaron. Era pues lógico plantearse la pregunta: ¿Estarían todavía esos restos guardados en algún lugar?
La respuesta la dio Libertad Digital el 28 de febrero de 2012, con la siguiente noticia:
Hallado uno de los focos de explosión del 11-M.
La chatarra correspondiente al foco de explosión del tren de Santa Eugenia permaneció 8 años en la empresa Tafesa
Una vez puesto en circulación el tren reparado, la chatarra extraída de la zona del foco de explosión quedó almacenada durante incontables meses en el hangar donde la reparación se había efectuado. Y allí estaba cuando se inició el juicio del 11-M, a primeros de 2007
En ese juicio, el magistrado Gómez Bermúdez encargó la realización de una nueva prueba pericial para tratar de determinar el tipo de explosivo utilizado en las bombas de los trenes. Sin embargo, a los peritos encargados de la realización de esas pruebas, nadie les llegó a comunicar que en un hangar de Tafesa había almacenada chatarra procedente de uno de los focos de explosión.
Pocos días después de acabar el juicio, en la empresa Tafesa se construyó un cobertizo («de la noche a la mañana», dicen sus trabajadores) y esos restos del foco de explosión fueron llevados a él. Como muestran estas dos fotografías aéreas, la construcción del cobertizo tuvo lugar entre el 21/7/2007 y el 19/10/2007, ya que en la primera de las fotos no aparece el cobertizo y en la segunda sí. El juicio del 11-M había quedado visto para sentencia a las 22 h 40 del día 2 de julio.
Y desde esa fecha, los restos del foco de explosión han permanecido arrumbados bajo llave en ese cobertizo de Tafesa, hasta que a finales del pasado año (el 13/10/2011) la empresa entró en situación concursal y hubo que realizar un inventario de bienes. Al abrir el cobertizo, en su interior aparecieron las piezas de metal cortadas siete años antes.
Con lo que quedaba aclarado el misterio. El material cercano al foco de Santa Eugenia había sido conservado en el taller de Tafesa. Más de dos años después, una vez finalizado el juicio oral, entre el 21 de julio y el 19 de octubre de 2007, se construyó un cobertizo en un rincón apartado del taller, y en él quedó almacenado ese material. Por lo tanto, alguien había decidido no enviarlo a la chatarra, como se habría hecho en cualquier otra reparación parecida, sino conservarlo en ese cobertizo. Los motivos de esa decisión son por ahora desconocidos. La conservación de ese material no se hizo pública, y no se puso en conocimiento de las partes personadas en el proceso judicial. En ningún momento del proceso se mencionó su existencia, ni siquiera cuando se ponía de manifiesto la lamentable prematura destrucción de los trenes y la desaparición de sus posibles elementos de prueba. Tan sólo se supo, ya en enero de 2012, gracias a la declaración judicial del Director de Tafesa, que esos restos habían sido visitados dos veces por policías y guardias civiles en 2005, precisamente cuando policías y guardias civiles redactaban un informe pericial conjunto sobre los trenes en el que no mencionaron tal visita.

Arriba, el taller de Tafesa el 21 de julio de 2007, abajo el mismo taller el 19 de octubre de 2007. En el círculo amarillo la aparición del cobertizo blanco que albergaba los restos de le tren
Su descubrimiento se produjo de la siguiente manera:
Tafesa había sido declarada en concurso de acreedores. El proceso de disolución de la empresa estaba tutelado por el juzgado de lo Mercantil número 1 de Madrid, que nombró administrador concursal a José Antonio Tortosa, y cuando éste inventariaba el ya inactivo taller, se encontró con el cobertizo y con su contenido.
Cuando el administrador judicial visitaba las instalaciones de Tafesa en la fría mañana del 4 de enero de 2012 se encontró con un cobertizo blanco, destartalado, hecho de chapas metálicas, semiescondido tras unas estructuras metálicas y situado en el punto más alejado del recinto del taller. Siguiendo sus instrucciones, se procedió a su apertura retirando la pieza que servía de puerta, y en su interior apareció un intrigante amontonamiento de chapas oxidadas, rotas y deformadas, cuya utilidad y el motivo de su conservación eran difíciles de entender. Y el administrador debió quedar estupefacto cuando alguien trató de aclararle sus dudas informándole de que aquello pertenecía a uno de los focos de explosión del 11-M.

4 de enero de 2012. Al fondo del recinto de Tafesa aparece un cobertizo blanco semiescondido tras unas estructuras
Entre las chapas amontonadas se reconoce el borde del suelo de un coche de Cercanías de Renfe, con sus correspondientes inscripciones. La comparación de ese borde con el del coche que sufrió la explosión en Santa Eugenia sirve para identificar claramente la pertenencia del material escondido en el cobertizo al citado foco de explosión.
En la mañana del mismo día de la publicación de la noticia en Libertad Digital, el personal de Tafesa, procedió a acondicionar y asegurar con celeridad el cerramiento de chapas del cobertizo, cerrando los huecos que existían en su cubierta y que permitían ver su interior.

Identificación de las chapas. Arriba el borde del suelo junto al foco de explosión de Santa Eugenia, abajo una de las piezas almacenadas en el cobertizo de Tafesa

El 28 de febrero de 2012, agentes de seguridad de Tafesa acondicionan el cobertizo que guarda los restos del foco de Santa Eugenia, tapando los huecos existentes
Las instalaciones de Tafesa son asaltadas
Según información del diario La Gaceta, recogida por Libertad Digital el 10 de marzo, en la madrugada del sábado 3 al domingo 4 de marzo dos individuos asaltaron las instalaciones de Tafesa. Los asaltantes rompieron una de las vallas del recinto y enfilaron directamente al cobertizo donde estaban almacenados los restos del tren de Santa Eugenia.
Dos guardas de seguridad interceptaron a los intrusos a las puertas del cobertizo y, al verse descubiertos, se dieron a la fuga. Los testigos del asalto manifestaron lo siguiente:
«huyeron muy rápidamente. Se mostraron muy ágiles al saltar uno de los muros del recinto. Se notaba que tenían un conocimiento exhaustivo del lugar, ya que esquivaron a plena carrera todos los alambres, metales, fosos y chatarra muy afilada que riegan todo el terreno. Era noche cerrada y no se veía nada. Dieron un brinco tremendo sobre el alambre de espino y los pinchos sin hacerse ni un rasguño”.
Al día siguiente, la empresa interpuso una demanda ante la Policía, y en días posteriores se recibió en las oficinas una llamada de «un cargo importante de la Policía. No de comisaría, sino de la dirección general«. En las últimas semanas, ha sido permanente el merodeo a las instalaciones de la empresa por parte de individuos sospechosos. Por ello, Tafesa se ha visto obligada a reforzar la seguridad con dos guardas jurados.
El asalto se produjo tres días antes de que la Guardia Civil precintase el cobertizo.
En todo caso y según la información de La Gaceta, la empresa siempre defendió su «transparencia» en la custodia del vagón y se declaró totalmente ajena a los movimientos de aquellos días.