La fábula del morito malo

A lo largo del proceso judicial por la matanza del 11 de marzo de 2004 en Madrid, y a través del sumario 20/04 del Juzgado Central nº 6 de la Audiencia Nacional, de la vista oral de ése sumario en sesión de 28/03/2007, y de la sentencia 65/2007 de la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, fue contada una trama que argumentaba cómo a partir de una tarjeta SIM hallada en una bolsa de deporte en una comisaría de policía, los investigadores averiguaron que esa tarjeta, con el número 652 282 963, la había comprado Jamal Zougam.

El inspector de policía encargado de la investigación explicó bajo juramento en vista oral el 28 de marzo de 2007, que los hindúes destinatarios finales en la ruta de comercialización de la tarjeta, aportada por el ex comisario de policía que trabajaba en la operadora telefónica como responsable de seguridad, le mostraron una libreta en la que estaba anotado «25 de febrero, 100 tarjetas, 600€, locutorio de la calle Tribulete» y que así, «supo que la tarjeta 652 282 963 junto con otras 99 más habían sido vendidas al locutorio de Jamal Zougam«.

El tribunal, en sentencia del 31 de octubre de 2007 (paǵina 528) dejó dicho que esos hindúes fueron declarados testigos protegidos, que lo que estaba escrito en la libreta mencionada por el inspector de policía encargado de la investigación podía verse en el folio 1.840 del sumario 20/04 citado, y la anotación expresa era la que aparece en el sexto renglón en la página que tiene el número 61, y añade que en el mismo renglón aparece la venta a Mohamed El Bakali y que el original es custodiado como prueba de convicción.

Y esa es la historia contada de cómo, a través de la tarjeta de la bolsa de la comisaría, la policía llegó hasta Jamal Zougam.

El problema se presenta al examinar la prueba de convicción es decir, el folio 1.840, porque ni aparece número alguno de tarjeta (ni de la buscada ni otras 99), ni aparece locutorio de la calle Tribulete, ni el apellido El Bakali y por tanto esa trama argumental resulta falsa, de pura invención y artificiosa, es decir: una fábula gracias a la cual se encubre o disimula las circunstancias por las que el inspector supo que Jamal Zougam era quien compró la tarjeta 652 282 963… y las otras 99.

Fábula tan fantasiosa ha merecido este Romance de Ciegos. O sea: para los que no ven.

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